Ni un solo teléfono móvil en la imagen. Solo personas viviendo el momento

El 31 de diciembre se celebra en todo el mundo el fin de año y el comienzo del nuevo. La tradición ha convertido en clásicos algunos lugares en los que se agolpan las personas para celebrar el acontecimiento. Uno de esos lugares son los Campos Elíseos, en París. En la inmensa avenida se dan cita personas llegadas de diversos lugares, ansiosas por disfrutar del espectáculo de luz y sonido que acompaña el cambio de año. El video del recibimiento parisino del 2024 se ha difundido hasta la saciedad, acompañado de comentarios que inciden en el hecho de que prácticamente todos los asistentes al evento están grabándolo, y muy pocos parecen centrados en vivir el momento de la celebración. El vídeo, grabado desde la retaguardia de la celebración, muestra miles de pantallas de móviles recogiendo los primeros segundos del 2024. Móviles, brazos en alto y casi nadie saltando, riendo o brindando por el nuevo año. Hay quien se escandaliza porque ve en la imagen el reflejo de una sociedad en decadencia y quien considera que el ser humano está dejando de serlo para convertirse en un apéndice del móvil.

A lo largo de los últimos años se han popularizado los memes con el título de esta entrada que en la mayoría de los casos se ríen de quien inicialmente dijo la frase para criticar la obsesión de algunas personas por inmortalizar todo aquello que pasa en su entorno, pero que son incapaces de integrarse en la realidad del momento, bien para disfrutarlo, bien para echar una mano si lo que ha ocurrido es un accidente, un acto violento o cualquier otra situación que requiera una acción inmediata. Llama la atención la polarización de las opiniones: las personas escandalizadas y las personas sorprendidas de que alguien se escandalice. A lo largo de los años muchas personas han reflexionado sobre la capacidad de socializar del ser humano, de su tendencia al aislamiento cuento está en lugares públicos, de su falta de motivación para establecer conversaciones con desconocidos, y se ha representado con imágenes como la que traemos aquí: todos los ocupantes de un vagón de un servicio público de transporte están ensimismados, leyendo sus periódicos. No hay voluntad aparente de establecer lazos con los vecinos de asiento. ¿Es el ser humano sociable? ¿Hemos necesitado el advenimiento de la tecnología para descubrir que no lo es? ¿Siempre ha sido así?

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El autor

Soy Manuel Marco Esco. Jubilado. Docente. Sociólogo. Curioso.

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