Hace unos días hicimos una excursión por la pradera de Gabardito, en Canfranc. Allí hay un refugio de los denominados libres, una antigua cabaña de pastores restaurada en el año 2023. Ya sabíamos de la iniciativa de un grupo de amigos que se había propuesto restaurar uno a uno todos los refugios libres que están diseminados por el Pirineo oscense. Una placa en la entrada nos recordaba que la iniciativa de la restauración había surgido del Ayuntamiento de Villanúa, y del Club de montañeras Adeban. Al lado podíamos ver un cartel con instrucciones para el uso adecuado de la instalación elaborado por la organización Refugios Libres Dignos, una agrupación que nació con la idea de acondicionar estos espacios para que sean usados por montañeros y montañeras. Creen que si alguien encuentra un refugio en muy buen estado, intentará dejarlo en las mismas condiciones cuando se vaya. Nos llamó la atención el mimo con el que se cuidan todos los detalles: sistemas de organización para que todo esté en su sitio, un hogar que funciona, un espacio para la leña, un tablón de anuncios con papeles para que quien quiera expresarse lo haga en el tablón y no en las paredes, velas, una lámpara solar,… Están dignificando unos espacios con sencillez, con los mínimos recursos, sin transformar nada, sin añadir estructuras o nuevas construcciones, están permitiendo que unos entornos muy degradados se conviertan en rincones acogedores que deberán mantenerse con la colaboración de quienes los usen. Estábamos ante una imagen a escala de lo que debería ser una gestión sostenible de las montañas. Y lo relacionamos inmediatamente con las reivindicaciones de las gentes de los diversos lugares del Pirineo que se han organizado en el Movimiento por la dignidad de la montaña. Este movimiento se ha articulado a través de diversas asambleas celebradas en distintos lugares del territorio, en las que se han recogido las reivindicaciones y aspiraciones de sus habitantes. Con todas ellas se ha elaborado un Manifiesto por una montaña digna. Con la referencia histórica de las movilizaciones de los años 90 contra proyectos hidráulicos como el de Jánovas y Yesa, las nuevas generaciones toman el testigo y afrontan los retos actuales, que se centran en la precariedad laboral, los problemas de vivienda, la falta de infraestructuras de comunicaciones, la escasez de servicios, las amenazas de atentados contra la naturaleza, macroproyectos que amenazan los ecosistemas de la zona,… Estos días puede verse en abierto un documental en el que los habitantes de estos territorios hablan de las luchas de los años noventa del siglo pasado y de las luchas actuales. Merece la pena escuchar sus voces. Todas las reivindicaciones recogidas en las diferentes asambleas serán defendidas de manera conjunta en una gran manifestación que se ha convocado en Jaca el día 25 de octubre. La lucha por defender la integridad del Pirineo y de sus gentes no esta exenta de dificultades, y no se limita a las manifestaciones. Los proyectos faraónicos de las administraciones siguen adelante y hay que llevar a los tribunales las actuaciones que se consideran perjudiciales para los intereses de la ciudadanía. Un ejemplo de esa lucha en los tribunales es el contencioso surgido a raíz del proyecto de construcción de un telecabina que pretende unir Benasque y Cerler. Pese a que las obras ya han comenzado, un juez ha anulado el acuerdo de puesta en marcha del proyecto. La sentencia va a ser recurrida por el Ayuntamiento de Benasque y por el Gobierno de Aragón, pero abre una vía de esperanza a quienes sueñan con una montaña libre de amenazas.
Juventud y guerra.
No es habitual que la juventud sea tema de primera página en los medios de comunicación o prioridad en las agendas de la clase política. Por eso es especialmente llamativo que en los últimos tiempos hayan salido a la palestra algunos asuntos directamente relacionados con la juventud. Un ejemplo reciente es la posibilidad de recuperar el servicio militar obligatorio Vivimos tiempos de guerra. Por desgracia, es un estado casi permanente. En estos momentos hay conflictos de distintas dimensiones en Sudán, el Sahel, República Democrática del Congo, Somalia, Siria… Sin embargo, sentimos que el ambiente bélico crece porque algunas de las confrontaciones se producen en territorio europeo y en zonas próximas, como Israel y Palestina. Y cuando aparece el clima bélico, surgen las exigencias de rearme y se recupera el debate sobre el servicio militar obligatorio. No confiamos en las personas jóvenes para gestionar nuestra sociedad, pero las consideramos idóneas para convertirlas en carne de cañón. De momento, Alemania recuperará su servicio militar a partir de 2026. Inicialmente, será voluntario, pero pasaría a ser obligatorio si no llegan a alcanzar las cifras de reclutas que estiman necesarias para lograr sus objetivos de defensa. Parece que la amenaza es Rusia, y a cuenta de la amenaza, se recrudece la escalada armamentística y se multiplican las informaciones que aseguran que son necesarios más soldados en los ejércitos europeos. ¿Quién está a favor de recuperar la mili? Entre los partidarios de recuperar el servicio militar obligatorio están algunas personas mayores, las que ya no están en edad militar, que bien hicieron el servicio militar en su momento o se libraron de hacerla. Este colectivo tiene un recuerdo bastante romántico de su época militar. Ya sabemos que para muchas personas ese periodo supuso una especie de rito iniciático, la primera oportunidad de conocer mundo, de encontrarse con personas de diversos lugares y adquirir algunos conocimientos vitales básicos que se les habrían negado en sus lugares de origen. Es curioso que entre quienes defienden esta opción hay muy pocas alusiones a los conocimientos militares adquiridos. Las tendencias van más en la línea de considerar que la juventud necesita una formación patriótica. Parece que la exaltación militar es la única forma de visibilizar el patriotismo. Un patriotismo que basa la identidad nacional en armarse contra otros países, a los que se considera enemigos o amenazas. No parece tan patriota quien contribuye al progreso de su país desde su ámbito profesional o su compromiso social. Por supuesto, apoyan con entusiasmo esta escalada belicista quienes se benefician de la militarización de las sociedades. No debemos ignorar que la guerra es una desgraciada consecuencia de los intereses económicos de distintos centros mundiales de poder, que basan su riqueza en la industria armamentística. Al final, siempre hay gobernantes que nos involucran en confrontaciones que no compartimos ni comprendemos, que parecen haber olvidado las consecuencias irreversibles de recientes conflictos armados que todavía marcan nuestras relaciones cotidianas. Las vidas humanas que se pierden, la destrucción y la miseria que producen estas guerras, se consideran inevitables daños colaterales.
Fiestas patronales: ¿es posible un desfase limpio?
Han terminado las fiestas de mi ciudad. Durante una semana, personas y espacios se transforman para dar prioridad a un único objetivo: la diversión. Al margen de sus orígenes, la mayoría de las fiestas patronales de ciudades y pueblos se han impregnado de una serie de prácticas, a las que eran ajenas en sus orígenes y que les han otorgado la etiqueta de populares. En esencia, la idea es que la ciudadanía tome las calles y exprese libremente su alegría. Se mantienen las tradiciones, que suelen estar vinculadas al culto al patrón, y se añaden cabalgatas, festejos, conciertos y otras actividades festivas para todas las edades. Hasta aquí todo parece correcto. Tradición y modernidad, actividades serias y propuestas informales. Mis dudas comienzan cuando a lo informal, a lo divertido, se asocia el punto gamberro de lo que se tiende a denominar “desfase”. El desfase sería el punto de no retorno en el que la manifestación espontánea de la alegría se concreta en exhibición de consumo elevado de alcohol, en competiciones para ensuciarse lo más posible, en utilización de la calle como aseo público… ¿Es inevitable divertirse ensuciando? ¿Se pueden tener días libres en el ejercicio de los deberes de ciudadanía? ¿Se perdería la esencia de la fiesta si se convirtiera en una fiesta limpia? El Ayuntamiento hace un importante esfuerzo para que haya más contenedores, instala servicios sanitarios portátiles en los lugares de más afluencia, incrementa los servicios de limpieza y recogida, El ayuntamiento limpia, pero me parece una noticia terrible que el ayuntamiento recoja a diario toneladas de basura. Sin duda, hay que elogiar el trabajo de las brigadas de limpieza. Hacen una labor impagable, pero es una tarea que sería más llevadera con la colaboración ciudadana. Hay una peña, la Albahaca Reberde, que hace otro tipo de fiesta. En su momento surgió como una iniciativa que buscaba, entre otras cosas, llenar con actividades alternativas el tiempo que la programación festiva destinaba a los toros. Aunque programan actos en distintos lugares de la ciudad, el centro neurálgico de su propuesta es una zona verde de la ciudad cedida por el Ayuntamiento. Allí pueden divertirse niños y niñas, jóvenes y personas mayores. Hay actividades de todo tipo. Concursos de juegos de mesa, propuestas infantiles, pinchadiscos, vermuts y un programa de conciertos de grupos emergentes para las tardes-noches de los días festivos. El ambiente es festivo, las personas acuden, en muchos casos, en familia, se forman corros espontáneos en el césped o se corea al grupo que está actuando. También se come y se bebe. Hay barras en las que se pueden pedir cervezas o combinados. Hay algunas mesas con productos a la venta… Se canta, se baila, se juega. Todo bastante parecido al resto de la fiesta, pero con algunos matices que me invitan a la reflexión cada vez que acudo a este espacio. El primer elemento diferencial es ese ambiente acogedor en el que cabe todo el mundo y personas de todas las edades. No hay estridencias ni excesos no aptos para todos los públicos. El segundo elemento que me llama la atención es el cuidado del entorno. Resulta bastante complicado encontrar restos de basura en el parque cuando termina la actividad diaria. La organización, que se autogestiona en todos los sentidos, también lo hace a la hora de asegurarse de que las prácticas del público respeten las mínimas normas de educación y civismo que deben exigirse a cualquier persona, incluso estando de fiesta. El resultado es un espacio festivo, acogedor, limpio, familiar y saludable, en el que se encuentran personas de todas las edades y sensibilidades. Cada año, cuando abandono el espacio de la Albahaca Reberde, me pregunto por qué no pueden copiarse algunas de estas ideas para el resto de la fiesta. Es evidente que no se trata de una propuesta masiva. Es más fácil controlar todos los detalles de una actividad cuando el público es menos numeroso, pero estoy seguro de que algunos detalles podrían escalarse a las fiestas en general. No sé. No soy técnico ni tengo responsabilidades políticas, pero seguramente se podían proponer medidas para limitar el impacto de las prácticas incívicas que se observan durante las fiestas. Y sé que parece excesivo hablar de incivismo, pero es lo que es: arrojar basura a la calle, orinar por las esquinas, tirarse comida y bebida por encima, son actos incívicos, que no pueden justificarse porque un día es un día y estamos en fiestas. Somos ciudadanos y ciudadanas todos los días, incluidos festivos. ¿Hay alguna posibilidad de imaginar unas fiestas en las que predomine un desfase limpio?
X: Ni contigo ni sin ti.
En el año 2009 impartía Sociología del Deporte en la Facultad de Ciencias de la Salud y el Deporte de Huesca. En aquella época era un ferviente propagador del potencial de Twitter como herramienta educativa. Mi experiencia fue altamente satisfactoria. Había establecido contacto con investigadores e investigadoras de distintas universidades españolas y extranjeras que abordaban los temas que a mí me interesaban. Esas personas compartían sus líneas de investigación, sus hallazgos, sus reflexiones, incluso sus fuentes. Ese material era muy valioso para mí, y accedía a él de manera totalmente gratuita, pudiendo intervenir en debates y discusiones con expertos y expertas de todo el mundo. Además de las cuestiones académicas, gracias a Twitter pude crear un espacio de información vinculado a la actualidad. Seguía a varias entidades y personas relacionadas con el mundo de la comunicación, y eso me facilitaba diversas perspectivas de lo que ocurría en el mundo. Mi análisis de la realidad social se enriquecía con las aportaciones desinteresadas de personas prestigiosas que compartían sus ideas y sus visiones. Animaba a mi alumnado a utilizar esta herramienta para empezar a crear lo que entonces se empezaba a llamar “Entorno personal de aprendizaje”, un conjunto de aplicaciones y utilidades educativas, vinculado a las oportunidades que ofrecía la tecnología. Pero mi alumnado me miraba sorprendido. En su mente, este tipo de redes eran un elemento de relación y entretenimiento, y poco más. Años más tarde, una alumna de la Facultad de Educación, en la que también impartí docencia, ironizaba sobre este asunto en un tuit: “Ahora que mi profesor nos ha dicho que Twitter es educativo, lo uso con mucha más tranquilidad”. Pese a la indiferencia inicial del alumnado, yo insistía, y sé que a muchas personas Twitter les fue de utilidad en su carrera académica. Quince años después no recomendaría X a ninguna persona de buena voluntad. Hoy todo es muy distinto. Desde el nombre hasta las dinámicas. Es muy complicado saber si estás interactuando con una persona o con una máquina. Hay muchas posibilidades de que sea una máquina y lo más factible es que sea una máquina con malas intenciones. Por tanto, es prácticamente imposible confiar en lo que encuentras en las diferentes entradas que aparecen en tu línea del tiempo. Ya hemos hablado del alto contenido tóxico de muchas de las entradas, con insultos, descalificaciones, campañas de acoso a personas o entidades, difusión de bulos, … Para rematar el desastre, Elon Musk creó un asistente gestionado por inteligencia artificial, que generalmente se denomina “chatbot”, al que bautizó como Grok. Lo integró en X y responde todas a todas las cuestiones que se le hacen en la red social. Este asistente virtual es un “alter ego” del propietario de X. La base de conocimiento de este artefacto se nutre de las opiniones, aportaciones, preferencias e intereses de su creador, y sus respuestas tienen un sesgo determinado que en ocasiones ha llegado demasiado lejos: elogios a Hitler, insultos a gobernantes y países e incluso acoso despiadado a la ya ex-consejera delegada de X, que había dimitido como consecuencia de la incontinencia verbal de Grok. Con este panorama, ¿hay que marcharse de X? Es la gran pregunta. En los últimos meses, se ha debatido mucho sobre esta cuestión. Por un lado, están quienes opinan que hay que seguir, porque es necesario que se escuchen voces alternativas a las de la propiedad. Por otro, están quienes cuestionan esta permanencia. Consideran que seguir aportando en X es colaborar, y en cierta medida, dar por buena la deriva de desinformación y odio que X ha escogido. A finales de 2024, algunos medios de comunicación, como The Guardian y La Vanguardia, anunciaron que abandonaban X. Reconocían que iban a perder visibilidad y usuarios, pero no querían seguir vinculados a esa empresa. También lo hicieron representantes de la política, de la cultura, entidades sociales y personas a título particular. Otros medios, entidades y personas decidieron quedarse, y también expusieron sus razones. En cualquier caso, se confirma día a día que Elon Musk ha conseguido destruir en unos pocos años una comunidad internacional de intercambio y comunicación para convertir a X en su coto privado de opinión. El problema que se plantea ahora es saber si hay alternativas, otros lugares en los que construir de nuevo espacios libres de odio. De estas posibles opciones hablaremos más adelante. Fotografía: sem4u. Pixabay
Twitter/X, ¿qué vamos a hacer contigo?
Han pasado 19 años desde que a Jack Dorsey se le ocurrió una idea genial para mejorar la comunicación dentro de su empresa. Creó un sistema de mensajería instantánea que se convirtió en el germen de lo que acabaría siendo Twitter. Muy pronto se generalizó una manera de comunicarse y relacionarse que se caracterizaba por la concisión —140 caracteres— y por la gran capacidad de difusión de sus mensajes. La plataforma, que se vendía como un servicio de mini publicaciones, se llenó de personas que compartían sus impresiones, sus saberes, sus inquietudes y sus aspiraciones. Mucha gente descubrió el potencial de este recurso para hacerse oír, y fue usado en movilizaciones ya históricas, como la Primavera Árabe y otras reivindicaciones de ámbito global. Los medios de comunicación se implicaron a fondo con la nueva plataforma, porque les permitía aprovechar su inmediatez y su gran difusión. El mundo de la política encontró un filón en Twitter, ya que le otorgaba una visibilidad importante con pocos recursos. La limitación del tamaño de los mensajes exigía precisión en las comunicaciones, algo que casaba muy bien con las consignas políticas: ideas cortas, frases contundentes, verdades absolutas. A medida que se afianzaba la presencia de Twitter en la vida de millones de personas, se iban ensayando las diferentes modalidades de manipulación que esta plataforma ofrecía a quienes saben encontrar el lado oscuro de cualquier creación humana. Primero fueron las noticias falsas, luego, los acosos organizados a determinadas personas, más tarde, la compra de bots para desempeñar el trabajo sucio en la red… Lo que inicialmente se constituyó como un espacio de diálogo y comunicación, parecía convertirse en un semillero de mentiras, enfrentamientos y odio. Cada día era más difícil saber si lo que aparecía en la pantalla de Twitter era verdad, una media verdad o una mentira. Y tampoco resultaba sencillo saber si quien participaba en las conversaciones era un ser humano o una máquina programada. Pese a esta deriva tan poco halagüeña, era posible utilizar Twitter para la discusión académica, para debatir serenamente sobre cuestiones de actualidad, para compartir conocimientos y para divertirse sanamente. Era necesaria una labor cotidiana de limpieza de conversaciones no deseadas, aportaciones insultantes y bulos manifiestos, pero todavía era un espacio habitable. La pandemia exacerbó los ánimos de mucha gente, y eso aumentó el ruido, la crispación y la pujanza de la mentira y el odio. Pero aún había esperanza. Podíamos encontrar reductos de calma, sensatez y aportaciones positivas, aunque cada vez costaba más encontrarlos, porque el famoso algoritmo de la plataforma primaba aportaciones agresivas, sesgadas y provocativas. En 2022, Elon Musk compra Twitter, y lo que era una tendencia latente, se manifiesta en todo su esplendor. El nuevo dueño de la plataforma, a la que renombra como X, reconoce que ha manipulado el algoritmo para que sus propios mensajes aparezcan más a menudo. Pero no solo son sus mensajes, sino cualquier aportación que defienda sus propias ideas políticas. Esto significa que cualquier usuario de X va a recibir en su pantalla publicaciones sobre temas que no le interesan, pero que el administrador de la plataforma ha decidido que lleguen a todo el mundo. Esos mensajes son claramente partidistas, y no se limitan a la política EE. UU. Resultó especialmente llamativo su apoyo al partido alemán de ultraderecha AfD, pero también tomó postura ante cuestiones internas de otros países europeos. En estas condiciones, muchas personas y entidades se cuestionaron su participación en X. La pertinencia de quedarse o marcharse generó grandes debates. Poco a poco, X se fue llenando de comunicados de medios, organizaciones y personas individuales que decidían abandonar la plataforma porque no querían seguir formando parte de un entramado enrarecido. ¿Han hecho bien? ¿Es una decisión acertada? ¿Es un error? Para aportar algo de luz sobre este tema se requiere una nueva entrada. Fotografía: LoboStudioHamburg. Pixabay
Adolescentes libres de móviles.
En el año 2023, dos profesoras iniciaron una recogida de firmas para solicitar al Gobierno que se prohibiera el uso del móvil a los menores de 14 años. Eran dos peticiones diferentes, pero cuando las promotoras se dieron cuenta de que su objetivo era el mismo, decidieron unir sus fuerzas. Ángeles Sánchez y Natalia Jiménez recogieron inicialmente más de 63 000 firmas, que llevaron al Congreso de los Diputados a principios de 2024. Esta iniciativa puede considerarse el germen de la constitución de un movimiento denominado Adolescencia libre de móviles. Los objetivos de esta organización son los siguientes: En sus documentos dejan meridianamente claro que no les gustan las prohibiciones, que no son anti-móviles o anti-tecnología, y que su pretensión es lograr mediante el diálogo y la reflexión que los menores accedan a los móviles lo más tarde posible. Su edad de referencia para son los 16 años, pero tampoco en esto son intransigentes. Desde su fundación han desplegado una actividad frenética, expandiéndose por la geografía española y generando documentación, debates, iniciativas educativas, participando en programas de televisión, … Su medida estrella es un pacto de las familias, por el que padres, madres, hijos e hijas pactan el momento de la adquisición del móvil, y, en el caso de que ya lo tengan, se ponen de acuerdo en unos mínimos en cuanto al acceso y uso de tecnologías conectadas, y establecen cauces para su seguimiento y supervisión. Aunque la clave del pacto está en el diálogo, también se contempla el control parental, encaminado a revisar la huella digital de los menores y restringir el tiempo, el acceso y el uso de la cámara del móvil. El pacto también contempla la importancia de pedir ayuda inmediatamente cuando se den situaciones problemáticas y explica a quién acudir. Es posible que no todo el mundo esté de acuerdo al cien por ciento con el argumentario de esta entidad. Sin embargo, creo que merece la pena explorar su página web y tomar nota de la gran cantidad de recursos que ponen a disposición de la sociedad para que hagamos un parón y reflexionemos sobre nuestra relación y la de nuestros hijos con las pantallas y los móviles. En el fondo, nos están invitando a ser protagonistas de las decisiones que tomemos en este ámbito. Su propuesta parece razonable: Ilustración: Cartel promoción campaña Adolescencia libre de móviles



